Muchas veces habremos oído decir a nuestros padres o abuelos “ponte crema cuando vayas a la nieve”, y nosotros mayormente solíamos quedarnos un poco confusos pues decíamos, “pero si estamos en invierno y además el sol no quema tanto, ¿no?” Estábamos en lo equívoco, pues en efecto la nieve y el sol es sinónimo de quemaduras.
Esto se produce por los rayos ultravioletas los cuales constituyen el 95% de la radiación y están presentes tanto en invierno como en verano. Hay dos tipos los cuales imagino que ya conocerás, pero aún así los mencionaré: UVA y UVB.
Los UVB son los que provocan la mayor parte de las quemaduras, las cuales pueden producirse también paseando tranquilamente por la sierra por muy ridículo que parezca.
Menos protección atmosférica
¿Sabías que las quemaduras producidas en la nieve suelen ser mucho más graves que las producidas en la playa?
Esto se debe principalmente a la altura, pues no es lo mismo estar a cota 0, que estar a unos 1000 metros, en los cuales estamos más expuestos al sol, ya que la radiación solar aumenta cuanto mayor sea la altura a la que estemos.
El dañino reflejo
Y no solo la altura juega un papel fundamental, la nieve potencia en gran medida el efecto de los rayos solares debido a que la superficie blanca refleja acerca de un 80% de esos rayos, y vuelven a reflectar en nuestra piel.
Es por ello por lo que todos los dermatólogos recomiendan echarse crema solar cuando vamos a la nieve. Lo perfecto sería aplicar dicha crema en las zonas más expuestas como pueden ser las orejas, el rostro, los labios e incluso el cuero cabelludo. Además, si estamos esquiando por ejemplo y nos quitamos la bufanda sería ideal aplicarnos crema solar en el cuello o en zonas que queden descubiertas.
También es muy importante proteger nuestros ojos de esos rayos ultravioletas, por lo que aconsejamos usar gafas de sol con un filtro adecuado.
Quemaduras de hielo
Puedes estar en mayor riesgo de sufrir quemaduras de hielo y otras lesiones inducidas por el frío si pasas mucho tiempo en condiciones frías o con vientos de alta velocidad y no te vistes apropiadamente para esas situaciones.
Los hábitos y condiciones del estilo de vida que afectan negativamente tu circulación o tu capacidad para detectar lesiones, también pueden aumentar el riesgo a tener quemaduras de hielo. Por ejemplo, puedes presentar un riesgo mayor si:
- Fumas.
- Tomas medicamentos que disminuyen el flujo sanguíneo a la piel, como los betabloqueantes.
- Tienes diabetes, enfermedad vascular periférica u otras afecciones que afectan a la circulación.
- Tiene neuropatía periférica u otras afecciones que disminuyen tu capacidad para detectar lesiones.
- Debido a la fragilidad de su piel, los niños más pequeños y las personas mayores también corren un mayor riesgo de desarrollar quemaduras de hielo.
¿Cuáles son los síntomas de una quemadura de hielo?
Una quemadura de hielo a menudo se parece a otros tipos de quemaduras, como las quemaduras solares. Es posible que notes un cambio en el color de la piel afectada. Por ejemplo, puede aparecer de color rojo brillante. También puede tornarse de un color blanco o gris amarillento.
Otros síntomas potenciales incluyen:
- Picor.
- Ampollas.
- Insensibilidad.
- Sensación de cosquilleo.
- Piel inusualmente firme o cerosa.
Como has podido ver es de suma importancia tomar precauciones tanto contra los rayos ultravioletas como contra el frío de la nieve, pues de no ser así podemos sufrir graves consecuencias físicas.
Dicho esto, debes de saber que hay opciones sobre cómo mejorar la calidad de la piel del rostro y así poder contrarrestar los efectos dañinos de la radiación solar, como es por ejemplo el caso de la aparición de los signos de la edad que ésta provoca a nuestra piel.